Apenas Magalí volvió al auto, que había dejado estacionado para ir a almorzar en Elcano y Enrique Martínez, abrió la puerta sin necesidad de hacer pestañear la alarma. Estaba sin seguro. El baúl estaba vacío: la mercadería que vende al por mayor, los anteojos de sol y una raqueta de tenis. Desde la verdulería que está al lado le describieron la situación: un hombre abrió las puertas sin forzarlas, sacó todas las cosas con suma tranquilidad y se subió a un taxi. No sospecharon nada. A Lucas le pasó algo similar en el estacionamiento de La Rural: dejó su vehículo y a la vuelta ya no tenía ni su computadora ni el bolso con ropa. Varios vecinos comentan que en la zona de Libertador y Juramento sucede a menudo, sobre todo a la hora de buscar a los chicos en los jardines aledaños. En todos los casos con un denominador común: nadie forzó las puertas.
“Los delincuentes esperan cerca y utilizan un dispositivo que genera un ruido electrónico que interfiere la conexión del cierre centralizado y la llave, lo que inhibe la señal”
Fernando Culshaw, Policía de la Ciudad
Desde la Policía de la Ciudad explican que en realidad lo que sucede es que los dueños de los autos nunca cierran: aunque aprietan el botón, no accionan la alarma ni el cierre centralizado.
“Los delincuentes esperan cerca y utilizan un dispositivo que genera un ruido electrónico que interfiere la conexión del cierre centralizado y la llave, lo que inhibe la señal”, explica Fernando Culshaw, Jefe del Departamento de Delitos contra la propiedad de la Policía de la Ciudad.
Los blancos suelen estar en shoppings, estacionamientos de supermercados y avenidas donde a veces la garantía del sonido o la confirmación del cierre es imperceptible.
“En algunos casos se llevan lo que hay adentro, pero ocurre también que si dejaron las llaves de la casa y tienen la dirección porque figura en la cédula que también guardan en el auto, van a los domicilios; otros, más sofisticados, copian las llaves y las devuelven al auto y dejan todo normal. Al cabo de algunos días entran a los domicilios y nadie entiende cómo hicieron”, señala Culshaw.
¿Cómo evitar caer en la trampa?
En la calle o en los estacionamientos, los afectados detectaron el faltante de objetos personales en un vehículo sin puertas ni mecanismos forzados
La clave, explican los especialistas, es una sola: verificar que la puerta haya quedado efectivamente cerrada y no confiar a la distancia. “Eso ya va a disuadir”, explica Culshaw. Los dispositivos que compran los delincuentes generan un ruido en la conexión. Para ello, los delincuentes compran equipos, cuyo costo puede ser de apenas 500 pesos, que funcionan en la misma frecuencia que las alarmas para interferir la comunicación.
En la provincia de Buenos Aires, un proyecto de un Senador de Cambiemos (Juan Fiorini) apunta a ampliar el código contravencional (destinado a ganzúas, por ejemplo) para que también entren estos aparatos, aunque podría ser difícil su discriminación por tratarse de objetos destinados a otro fin (pueden ser por ejemplo walkie talkie). “Para detenerlos hay que agarrarlos en plena acción”, señalan desde la Ciudad.
Un robo con alarmas que asoma
El año pasado, en la EkoParty, la conferencia más importante de seguridad informática del país, Leandro Ferrari, ingeniero en informática de Mar del Plata, descubrió que “las dos principales marcas” de alarmas -las que prefiere no revelar- también son vulnerables a robos, pero con otra modalidad: en este caso, lo que podrían hacer los delincuentes es capturar las señales emitidas por las alarmas y luego reproducirlas. “El problema -señala Ferrari- es que los códigos que abren los autos no caducan; en una de las marcas más vendidas con solo capturar una señal -con un dispositivo muy fácil de hacer por 200 pesos- y reproducirla, la central del auto va a abrir las puertas. En el caso de otra, necesitás capturar hasta cinco señales diferentes y con emitirlas, en algún momento el auto termina abriendo por un error que tienen en la configuración”, explica Ferrari.
Para esto, sería ideal que los códigos se renueven, aunque también presentaría otro problema: el límite de tiempo de uso (hasta que se agoten los códigos) que tendrían las alarmas. La Policía de la Ciudad, sin embargo, sostiene que aún no tuvieron mayores novedades de esta modalidad y que la que sí se emplea como “tendencia” es la de los inhibidores de señal.
Por: Sebastián Davidovsky
Fuente: LaNacion