Antivirus: rendimiento vs. protección

by | Ago 8, 2007 | Profesional | 0 comments

El mundo de los antivirus está en crisis técnica, que no comercial,
sigue siendo un buen negocio. Pero a estas alturas a nadie escapa que
los antivirus a duras penas logran tapar parte de la ventana de riesgo
de infección a la que todo usuario de Windows se expone en Internet.
Ante este panorama cabría pensar que están triunfando los antivirus
que mayor protección ofrecen, si bien la realidad es distinta.
La gran proliferación y diversificación del malware ha puesto en jaque
a un esquema basado en tener fichados a los malos: firmas para
identificar al malware conocido, firmas genéricas para identificar
variantes de una misma familia, y heurísticas basadas en la detección
de código sospechoso.

Los malos han ganado la partida en este juego. Modifican una y otra
vez el código para que las firmas y heurísticas existentes no puedan
detectarlos, cambian la cara de sus especímenes para evitar ser
reconocidos aunque en el fondo siguen haciendo el mismo daño. Lo hacen
de forma tan masiva que los antivirus a duras penas pueden seguir el
ritmo para actualizarse, no dan a basto, están saturados. Es una
carrera sin final y nos llevan mucha ventaja.

Hay que cambiar de estrategia. Visto que actualizar firmas de forma
constante no es suficiente, los antivirus han optado por implementar
nuevas tecnologías que les permita más proactividad. El fin es poder
detectar el malware nuevo, desconocido o variante. No depender de una
firma reactiva, ser más genéricos y proactivos en la protección.

Son varias las empresas antivirus que han arriesgado en ese campo,
incorporando nuevas tecnologías y capas de seguridad al motor
antivirus tradicional, que dotan a la solución de un mayor poder de
protección. Pero no todos son ventajas a la vista del usuario, la
incorporación de este tipo de tecnologías adicionales suele conllevar
también un software más “pesado”, que consume más recursos, enlentece
el sistema, tiende a dar más falsos positivos y/o termina haciendo
preguntas incomodas al usuario:

“El proceso svchost.exe intenta conectar a Internet.
¿Permitir o denegar?”

¿No se supone que el antivirus debe saber si es algo peligroso o no?,
¿por qué me pregunta a mí?. Después de una serie de pensamientos
similares, el usuario acabará por tomar alguna decisión del tipo:

.Intentará averiguar en google que es “svchost.exe” (no llegará a
ninguna conclusión, y a la segunda o tercera pregunta sobre otros
procesos desistirá en la búsqueda de la verdad)

.Permitir Todo (tarde o temprano terminará infectándose)

.Denegar Todo (dejará de funcionarle algún software legítimo)

.Desinstalar el antivirus e instalar otro que no le haga perder
tiempo con ventanitas emergentes y preguntas que no sabe contestar
(sin excluir las decisiones anteriores, el usuario suele terminar
desembocando en este punto y cambiando de antivirus)

Percepción del usuario

Ahora tenemos a un usuario con un antivirus tradicional, basado en
firmas, que no incluye tecnologías adicionales, que no enlentece el
arranque de su sistema, que no le consume mucha memoria, que no le
importuna con preguntas… tenemos a un usuario menos protegido, pero
un usuario que está teniendo una “buena experiencia” con su antivirus.

Y es que aunque teóricamente un desarrollador antivirus debe balancear
entre rendimiento y protección, la realidad es que el usuario sólo
puede percibir el rendimiento. Un usuario no sabe de tecnologías, un
usuario no puede evaluar el grado de protección que le ofrece una
solución, en la lógica de un usuario un antivirus debe protegerle de
infecciones y punto.

En los años 90 cuando un virus infectaba el ordenador se notaba de
inmediato: borraba archivos, mostraba imágenes en pantalla, etc.
Cuando un usuario se veía infectado por un virus aun teniendo
antivirus, motivaba el cambio de producto: “este antivirus no es
bueno, ha permitido que me infecte”. Pero ahora el panorama es bien
diferente, el malware de hoy día está diseñado para permanecer oculto
y el mayor tiempo en los sistemas infectados, sin dar señales de vida.
Así que el usuario seguirá con la buena experiencia de su “antivirus
ligero” pese a que su sistema esté infectado. Simplemente, el usuario
no se entera.

Lo que si va a notar un usuario de inmediato es si el antivirus
interfiere en su sistema y en el trabajo diario. Esa experiencia que
si puede percibir de forma directa es la que decanta hoy día la
evaluación de un antivirus y la elección final por parte del usuario.

La balanza por parte del usuario está inclinada claramente hacia un
lado: el rendimiento. Mientras que algunos antivirus son conscientes
de ello y explotan esta visibilidad parcial por parte de los usuarios
para ganar mercado, otros siguen intentando equilibrar la balanza, o
dándole más peso a la protección, y perdiendo clientes en el camino.

¿Deben las empresas antivirus renunciar a ofrecer una mejor
protección? Evidentemente no, pero la experiencia del usuario debe ser
un objetivo igual o más importante si cabe, incluso en muchas
ocasiones tendrá mayor peso. De nada sirve diseñar el antivirus más
seguro si los usuarios no lo pueden utilizar. Para el usuario el mejor
antivirus no es el más seguro, sino el más confortable.

Algunos ejemplos

La pregunta sobre el svchost.exe me saltó ayer mientras probaba un
antivirus, y no fue la única pregunta que hizo. Es más, después de
instalarse, tras el primer reinicio del sistema, hizo un análisis
completo de todos los archivos del disco duro en segundo plano. Por la
actividad del disco duro deduje lo que estaba haciendo, y haciendo
doble click en el icono del antivirus pude confirmarlo en la ventana
del escaner.

Como medida de seguridad estaba muy bien, pero, ¿cuál es la
experiencia de un usuario común? Pues no tiene dudas, tras instalar
el antivirus el sistema se ha vuelto muy lento y apenas lo deja
trabajar. El usuario no sabe que es una acción que llevará a cabo
sólo en el primer reinicio y no en posteriores, la percepción es que
instalando el antivirus X el sistema inmediatamente se vuelve lento.

¿Por qué el antivirus no deja el análisis de todos los archivos para
más tarde, cuando detecte que el sistema lleva un tiempo en “reposo”
en vez de hacerlo justo en el inicio? Incluso podría pausar ese
análisis en segundo plano si detecta que el usuario comienza a
utilizar el ordenador, o al menos regular la velocidad y consumo de
recursos del análisis para no interferir la actividad del usuario.

Probando otros antivirus se puede notar claramente el cambio de
enfoque, acertado desde el punto de vista comercial, explotando al
máximo los conceptos de velocidad y rendimiento. Aunque en ocasiones
sea a costa de una menor protección o simplemente aplicando cierta
picaresca.

Hay un antivirus que se vende como uno de los más rápidos, para ello
tiene una opción por defecto de análisis a demanda donde no utiliza
las técnicas de heurística que más recursos consume, con las que hacen
las pruebas de velocidad. Cuando toca hacer una prueba de detección,
piden encarecidamente que se utilice la opción con la heurística más
lenta activada. Objetivo: aparecer en las evaluaciones como el más
rápido sin perder capacidad de detección. Lo logran.

Resumiendo

Demostrar que una tecnología antivirus ofrece mejor protección que
otra es complicado. Desde el punto de vista de marketing el usuario
está cansado, al fin y al cabo todos los antivirus afirman ser los
mejores, y se deja llevar por la propia experiencia o por terceros
confiables creadores de opinión.

La experiencia del usuario tiene una visibilidad muy parcial, no
puede saber que grado de protección real le ofrece un producto. Se
dejará llevar por indicadores tales como la no inteferencia con su
trabajo y el rendimiento del sistema. El usuario no sabe si está
infectado o no, pero si sabe si el antivirus le molesta.

Los terceros confiables no son confiables. La dificultad que el
usuario tiene para evaluar el grado de protección de un antivirus
también se traslada a los creadores de opinión, desde foros de
Internet pasando por revistas de informática y comparativas que
tampoco están diseñadas para evaluar las nuevas tecnologías. También
tienen la resposabilidad de explicar cual es la situación actual y
las diferencias entre tecnologías, hay que formar a los usuarios.

Los evaluadores de antivirus deben evolucionar a nuevas metodologías,
siguen (seguimos) utilizando tests de los años 90 dando resultados
adulterados y penalizando a las nuevas tecnologías. Son las fuentes de
la que beben los terceros confiables, “culpables” también de la
formación en nuevas tecnologías que requieren traducir su eficacia
real en indicadores que a día de hoy simplemente no se miden.

Los desarrolladores antivirus deben reinventarse y no perder el foco
sobre el usuario. Hay productos que están incorporando tecnología
sobre tecnología en su búsqueda de minimizar la ventana de riesgo de
infección, pero convirtiéndose en un software complejo, poco
optimizado, que consume muchos recursos, y que ofrece una pobre
experiencia al usuario.

Hay que evolucionar, pero no a cualquier precio. A veces tendemos a
ofuscarnos con soluciones técnicas y olvidamos que al final un usuario,
que no es informático ni tiene nociones de seguridad, tendrá que
convivir con esas soluciones en su día a día en un PC normal, no
sobrado de recursos, que ejecuta otras aplicaciones que son realmente
las importantes para él.

Fuente: Hispasec

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