Si en su cliente de correo tiene una carpeta donde almacena el spam,
haga una búsqueda por archivos adjuntos con extensión .pdf, a buen
seguro encontrará unos cuantos ejemplos. Es la penúltima moda para
intentar evitar los filtros antispam, si durante los últimos meses la
avalancha de mensajes no deseados llegaba con imágenes, ahora le toca
el turno al formato PDF.

Las soluciones antispam suelen combinar diferentes técnicas para poder
determinar si un mensaje es spam o no. Pueden analizar ciertas cabeceras
del mensaje, realizar diversas comprobaciones sobre el servidor que
realiza el envío, compararlo con listas negras, utilizar firmas basadas
en patrones estáticos y dinámicos, aplicar filtros bayesianos, etc.

Este mismo arsenal de técnicas está a disposición de los spammers, van
probando contra ellas diferentes estrategias para buscar eludir este
tipo de barreras y conseguir que el mensaje no deseado llegue sí o sí
a nuestros buzones.

Por ejemplo, una de las técnicas más explotadas para evitar la detección
basándose en el análisis del texto consiste en enviar el mismo mensaje
pero “dibujado” en una imagen adjunta. De esta forma, aparte de poder
dibujarle la pastillita azul junto con sus propiedades, precios, etc,
lo que buscan es que el nombre de la pastillita no aparezca escrito en
texto plano en el cuerpo del mensaje y pueda hacer sospechar al filtro
antispam.

Como respuesta a las imágenes, los filtros antispam comenzaron a
utilizar plugins OCR (software de reconocimiento óptico de caracteres),
capaz de interpretar el texto que era dibujado en los gráficos. A
continuación les tocó mover ficha a los spammers, y comenzaron a
introducir “ruido” en las imágenes para dificultar el reconocimiento
automático por este tipo de software.

Esa es la razón por la que en ocasiones las imágenes con texto que nos
llegan por spam estén distorsionadas, con caracteres multicolor,
parezcan mal enfocadas, o tengan líneas por encima del texto. No es que
los spammers sean muy malos diseñadores o tengan muy mal gusto, la
explicación es que quieren dificultar la labor a los filtros antispam.

Aprovechando que la inmensa mayoría de los ordenadores de hoy día
cuentan con un visualizador de archivos PDF, que se ha convertido en un
formato universal y que goza de buena “reputación” (suele utilizarse
para compartir documentación), los spammers han decidido que también
puede ser una buena vía para sus objetivos.

Como el texto de los archivos PDF es interpretable, puede llegar a ser
procesado por motores antispam, ellos también demuestran que saben
combinar técnicas y han decido utilizar las imágenes con el mensaje
distorsionado incrustadas en el PDF.