Hace poco más de una semana, el experto en seguridad informática Barnaby Jack hizo una demostración escalofriante durante la cumbre Breakpoint 2012, en Melbourne, Australia. Gracias a una laptop, Barnaby logró conectarse a un marcapasos ubicado a unos diez metros para suministrar descargas mortales de 830 voltios.
“Con una tensión máxima de 830 voltios, no es difícil ver por qué esto es una característica bastante mortal, suficiente para provocar un paro cardíaco, pero esto no para aquí, también tienen la posibilidad de recargar el dispositivo y suministrar descargas en bucle”, explicó Jack.
Además, al tomar control del aparato, se obtiene datos como “el nombre del paciente, los parámetros de su terapia, su fecha de nacimiento e información adicional de su doctor”, explicó el científico en informática Kevin Fu de la Universidad de Massachussetts al presentar un informe similar este miércoles.
“El peor escenario que se me ocurre, es que si esto es posible con el 100% de este tipo dispositivos, bastaría cargar una actualización de firmware para infectar el programa base y esparcirlo en todos los dispositivos“, dijo Jack, según la revista australiana SC. En sus palabras, esto permitiría matar a una persona o “cometer un asesinato en masa”.
Los Desfibriladores Cardíacos Implantables (DCI) o marcapasos reciben señales inalámbricas a pequeña distancia, pero la tecnología expande el alcance de los aparatos y de paso mejora el potencial para interceptar la información.
Los expertos subrayaron que no hay hasta la fecha informes sobre un ataque de hackers contra un marcapasos, pero quisieron advertir a los fabricantes sobre la necesidad de reforzar la seguridad de los aparatos médicos.
Según dijo Fu, las posibilidades de que un asesino se acerque a alguien con la intención de manipular su DCI es muy remota. “Quizá el escenario de un asesino sea bueno para una novela de espionaje, pero hay formas mucho más simples de lograr algo como eso”, afirmó.